lunes, 23 de mayo de 2011

El largo camino hacia la salida del Yunque

A esta altura del blog algunos de vosotros me habéis preguntado si la Organización del Yunque me parece tan bien, o al menos, no me parece mal, el porqué me he ido. Vamos a comentarlo un poco.
Suele decirse que el Yunque es una organización de ultraderecha. Todo depende, claro está, de la escala de medida de quien haga esta afirmación. Ahora bien, de quienes me rodeaban en aquel tiempo probablemente era yo el que más a la derecha me sentía. He de admitir que el tiempo me ha cambiado y hoy soy más moderado que entonces, pero nunca llegué a considerarme ultraderechista.
Eso sí, en su día me habría gustado vivir un poco más de acción. Me viene a la cabeza el día que, paseando por la facultad, unos tipos se dedicaron a insultarnos, a decir que dejáramos que el “derecho al aborto” se abriera paso, que más nos valía irnos con nuestra religión fuera de la Universidad y del país y... Naturalmente echaron a correr y mi primera reacción fue ir detrás de ellos. Mis amigos me agarraron cada uno de un brazo: “No merece la pena”. Lo que acabó de reventarme es que poco después se pusieran a rezar por los mismos cabrones que nos habían insultado: “¿No habla el Evangelio de poner la otra mejilla? ¿Se te ha olvidado que hay que amar a los enemigos? ¿Acaso los mártires escaparon de su testimonio?...”. Aunque ni siquiera yo lo sabía, quizás ese fue el primer paso hacia mi marcha.
El segundo llegó casi un año después. Ocurrió en la cafetería de la facultad. Se me ocurrió comentar que un familiar iba a entrar en una realidad eclesial muy famosa y extendida. Hasta entonces, mi contacto con esa institución se reducía al novio de mi hermana, aunque reconozco que no era su condición de semiconsagrado la que hacía de él un personaje para mí desagradable. El caso es que, basado en ese conocimiento, me permití afirmar que los de esta realidad eclesial eran una pandilla de hipócritas. La reprimenda que me cayó fue de antología: “Ni se te ocurra criticar a un sólo movimiento de la Iglesia”, recuerdo que me espetó alguien. Yo, que esperaba con mis palabras reforzarme entre los míos y recibir aplausos, no encontré sino un tremendo rechazo contra mis opiniones. Acepto que no tenía razón, pero mi orgullo hizo que viera en estas actitudes un signo de debilidad. Rezar por mis enemigos o por aquellos a los que yo consideraba “competencia” dentro de la Iglesia no entraba dentro de mis esquemas y me alejaba cada vez más de un movimiento al que no entendía.

lunes, 16 de mayo de 2011

La relación con los mayores en el Yunque

Una de las mayores estupideces que he leído sobre los miembros del Yunque es que hay «matrimonios blancos», que según dicen son los que se casan y no tienen relaciones sexuales entre ellos. En mi  época puedo afirmar que nunca, nunca  se dijo nada de eso;  estuve muchísimas veces en casas de matrimonios en los que uno (o los dos) eran miembros de la Organización y el que menos tenía tres y cuatro niños. Yo tuve novia mientras estaba en el Yunque y jamás nadie se metió en nada ni, mucho menos, me hablaron de los matrimonios blancos y eso que comenté que tenía planes de casarme a medio plazo. Después (estando ya fuera de la Organización) he ido a bodas en las que había ex compañeros que estoy seguro seguían en el Yunque y me hablaron de sus hijos.  La verdad es que no parece que matrimonios con 2, 3, 4 e incluso 5 hijos sean matrimonios blancos. Pero es una auténtica tontería que se está extendiendo.

lunes, 9 de mayo de 2011

Algunas cosas que aprendí en el Yunque: la formación

Si hay algo que, con el tiempo, he agradecido de mi paso por el Yunque, fue el hecho de que me ayudaran a valorar la necesidad del estudio y la formación. Es algo que me gustaría poder transmitir a mis hijos.
Y es que yo era bastante mal estudiante, la verdad, y con poca fuerza de voluntad para sentarme delante de los libros. De hecho, me pasaba muchas tardes con los apuntes en la mesa de casa oyendo a escondidas la radio y luego, terminaba al final con unos esfuerzo de última hora de órdago que me servían para sacar aprobados “por los pelos” en el mejor de los casos, algún 6 y con más regularidad de la deseada, suspensos.
Sin embargo, recuerdo muy bien cómo me cambió la visión de la “tortura” del estudio gracias a uno de mis jefes en el Yunque. Me exigía y me perseguía para saber si estaba estudiando o no. Y así pasé de sufrir sin sentido a comprender que cada hora de estudio, con todo lo horroroso que me parecía, ofrecida al Señor como sacrificio, era como una hora de oración.
Esa clave hizo que mis notas mejoraron notablemente y gracias a eso pude disfrutar mucho más de mi etapa de estudiante.
En ocasiones, traslado esa equivalencia de una hora de estudio es una hora de oración a los días duros de trabajo, cuando más cuesta madrugar, o en las cosas más complicadas o desagradables de cada día.
También en referencia a la formación, se me abrió el apetito por la lectura, tanto de libros de espiritualidad, como de historia o los relacionados con política y actualidad, que eran los que más me gustaban.

lunes, 2 de mayo de 2011

Las reuniones en el Yunque

Recuerdo bien las reuniones que teníamos en el Yunque. La verdad es que costaba un poco ir, era un esfuerzo, lo que creo que era positivo. No negaré que no siempre me apetecía, pero lo que hacíamos allí y cómo y por qué lo hacíamos me resultaba atractivo y me ha servido después para mi vida profesional y familiar. Hay que cumplir con la obligación cueste lo que cueste.
En todas las reuniones siempre constaba de, como mínimo, tres partes: una parte de espiritualidad, una parte de formación y una parte de acción, que era la que me gustaba: planificar qué hacer durante la siguiente semana
El desarrollo de la reunión en el Yunque era lo más parecido a lo que puede ser cualquier reunión semanal de un departamento en una empresa, pero mejor. Porque la mayoría de los días, terminábamos tomando unas copas en algún lugar, barato, por supuesto, porque no teníamos- como estudiantes que éramos- mucho dinero.